Acudo a Google para confirmar que el vocablo inglés malaphor no tiene palabra ni traducción al español escribiendo literalmente en el buscador “malaphor en español” –prueben– y me sale como primera entrada… ¡un tweet mío proponiéndole a la RAE el término maláfora con ejemplo y todo! La definición anglo es, más o menos y según mi traducción, la involuntaria e hilarante mezcla de dos dichos, refranes o frases hechas. Como la que les brindaba yo mismo a los académicos: mezcla de echar a rodar –un proyecto, por ejemplo– y echar las campanas al vuelo: pues echar a rodar las campanas. Tenía tantos que elegí el más inane. Los hay mejores: meterse un chuletón entre capa y espadairse por las ramas de Úbeda, moverse como gato en el agua, enhebrar una aguja en un pajar, revolver la caja de Pandora, apretar las cosquillas, poner los pelos de gallina, criar cuervos y echarse a dormir, el completísimo ser cabeza de chivo –juntando cabeza de turco y chivo expiatorio–, ¡Tierra, sálvame! y su hermano ¡Dios, trágame!, quemar los puentes –¡o las naves!– al llegar… Recuerdo dos de Mañueco curiosamente marineras: mantenerse firme DELANTE del timón y que Castilla y León debía constituir el faro que frenase en seco el sanchismo. Un faro de disco. Mantener los pies en la cabeza, jugar un partido con el estadio a puerta vacía... De basiliscos e hidras tenemos el estaba hecho un asterisco o el afortunadísimo se puso como una yedra –ya que se subía por las paredes–. Estar en el furgón de cabeza o ser cola de ratón. Tamames no llegó a deshojar la incógnita, pero sí a despejar la margarita. Más caliente que el perro del hortelano, dormir a moco tendido, cosas que hay que escuchar con lupa, achicar los muebles, reunirse de cabo a rabo... Prácticamente la totalidad de estos mínimos ejemplos que acabo de poner –rigurosamente reales– fueron proferidos por periodistas deportivos o por políticos. El que mucho ve mucho yerra, y las imágenes hablan por su propio peso. Del Xan das Bolas de La gran Familia al Pablo Chiapella de Aquí no hay quien viva, termino con mi perpetuo salmo responsorial sobre que la comunicación humana es imposible, pero a veces, mientras los terrícolas lo intentan, oye, uno se ríe. Ah, en esta ocasión, la RAE no me ha contestado, así que maláfora sigue sin estar en el diccionario. No como chundachunda o machirulo  –Dios santo– que ya se acervan en nuestro lexicón